2 jun 2014

Los años perdidos de Tom Riddle


Capítulo 1

Tom miraba las cajas con deleite, no le costó más que un pequeño esfuerzo burlar la seguridad que la vieja Hepzibah Smith les había colocado.
La habitación estaba en penumbras, un delgado rayo de luz lunar se colaba entre las cortinas proyectando un haz de partículas en suspensión. Tom, de rodillas en el suelo aguzó el oído. No se escuchaba nada. La mansión estaba durmiendo y la elfina tardaría años, si es que alguna vez lo hacía, en darse cuenta de que ella no había matado a su ama.
Lo planificó con detenimiento y resultó excelente, ahora tenía en su poder dos reliquias de los fundadores de Hogwarts: La copa de Hufflepuff y el relicario de Slytherin. Éste último le pertenecía por derecho de herencia porque él, y nadie más que él, era el verdadero descendiente de Salazar. Resultaba ridículo pensar que esa horrible mujer tuviera tales tesoros juntando polvo en un viejo armario cuando podrían usarse con fines grandiosos, pero claro, eso lo entendían aquellos con la mente preparada y abierta a las extraordinarias posibilidades que permitía el dominio de la magia oscura.
Se puso de pie sintiendo un calor ascendente inundarle el pecho. Estaba feliz como hacía tiempo no lo estaba. Al fin podría dejar ese pesado trabajo en la tienda del viejo Burke para dedicarse a lograr su verdadera meta. Conquistaría la muerte y en su camino se encargaría del que el mundo mágico se rindiera a sus pies. En cuanto a los despreciables muggles, bueno, ellos serían aplastados y dominados por los magos. Se encargaría de ponerlos en su lugar.
Caminó por el corredor con paso apresurado. La mansión parecía un laberinto pero él se las ingenio para salir por la puerta principal, triunfante y sin una pizca de remordimiento. Nadie se percató de su presencia y tardaron varias semanas en notar que faltaban los dos valiosos objetos.
Tom apareció justo en medio de su habitación. Él vivía en un apartamento alquilado del tercer piso de un edificio antiguo, en medio del callejón Knockturn. Podría haber conseguido algo mejor en el Caldero Chorreante pero no soportaba al dueño, quién además de llamarse como él, no para de recordárselo y hacer chistes estúpidos. También estaba el hecho de tener que convivir con un montón de sangres sucias que empezaban en Hogwarts o iban de compras al pintoresco callejón Diagon.
Recorrió con la mirada el sucio suelo de madera que tenía agujeros y grandes manchas de humedad causadas por las goteras. Era una pocilga para un mago como él, aunque no importaba, nunca se había sentido muy apegado a los bienes materiales. Quizás porque jamás había tenido mucho dinero o simplemente porque sabía que con la magia podría obtener todo lo que necesitara.
Allí, en el oscuro callejón Knockturn se codeaba con magos tenebrosos que apreciaban el delicado arte de la magia negra y en las tétricas tabernas se escuchaban rumores de lo más interesante. Incluso alguno de sus ex-compañeros de colegio, que compartían su ideología, solían encontrarse con él sin tener que soportar miradas curiosas u oídos indiscretos mientras conversaban sobre la importancia de la sangre pura y mantener a raya a quienes tuvieran orígenes menos nobles. Hacía casi tres años que terminó sus estudios en Hogwarts y ya había juntado un buen número de adeptos a su causa, pero sabía que no era el momento de formar un grupo, debía empezar solo.
Con cuidado envolvió la copa de Hufflepuff y la guardó al fondo de su bolso. No sin antes hacerle un par de hechizos protectores. Sacó el relicario de Slytherin y se lo colgó del cuello, sintiendo un electrificante cosquilleo recorrerle el cuerpo. Sin dudas le pertenecía.
En un rincón reposaba un espejo resquebrajado con una vela al lado. Tom contempló la cerosa imagen que se reflejaba. La luz dorada del fuego arrancaba destellos de la superficie del collar. Él miró con deleite como hacía juego con el anillo, que años atrás le había quitado al roñoso Morfin Gaunt, su último pariente vivo.
Minutos antes de que lo aturdiera, su tío le había dicho lo mucho que se parecía al muggle con el que Merope, su madre, lo engendró. Y desgraciadamente no se equivocaba. Antes de que Tom matara a su familia paterna pudo comprobar que Morfin estaba en lo cierto pero ahora su rostro había cambiado. No estaba seguro de si era por el cambio natural del cuerpo ante el paso del tiempo o por la magia empleado al hacer los Horrocruxes, pero definitivamente había palidecido bastante y notaba sus mejillas más hundidas.
Después de un último vistazo a su atractivo rostro apagó todas las velas con un movimiento de las manos, tomó el bolso que previamente había dejado listo y se marchó para siempre.
Caminó envuelto en la neblina nocturna que solía inundar el callejón, dispuesto a no mirar atrás y preparado para lo que debía hacer. Antes de que saliera el sol emplearía el hechizo para crear otro Horrocrux asegurando su inmortalidad y adelantando un paso en su camino hacía el dominio de la magia.
Así empezaba el recorrido de Tom Riddle, que estaba a punto de obtener su tercer Horrocrux y forjar el principio de lo que sería la primera guerra mágica, donde ya convertido en el terrorífico y letal Lord Voldemort sumiría a Europa en una desesperante oscuridad.



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2 comentarios:

  1. Holaa! Nunca leí Harry Potter, así que le pasé tu entrada a mi hermana, (que es fan) le gustó mucho, pero le pareció que había muchas cosas que ya se saben, mucha explicación al pedo(o algo así) mil gracias por pasar por mi blog, un beso!

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